Los automóviles voladores están a punto de convertirse en realidad, o eso aseguran desde la compañía Pal-V. Esta firma pretende convertir Blade Runner en una realidad. Ya sea por el simple y mero hecho de volar, por ese sueño infantil de todos, o por la practicidad de evitar atascos en fechas señaladas, el coche volador siempre ha sido una utopía imaginaria que nos ha atraído y ha dejado multitud de escenas en televisión para la historia. Ahora este sueño podría hacerse realidad.
Durante el Salón del Automóvil en Ginebra, la firma holandesa Pal-V lanzó su modelo comercial Liberty Flying Car, un elegante vehículo rojo con tres ruedas tipo girocóptero que espera tener en circulación el próximo año. Esta clase de transporte nunca ha dejado de inspirar a los ingenieros y a los principales fabricantes del mundo. Así, Airbus, Audi e Italdesign, en alianza también, presentaron un concepto de vehículo volador llamado “Pop Up Next”, que cuenta con un sistema modular, compuesto por un automóvil eléctrico y un gran cuadricóptero sujeto al techo que se comercializará a partir de 2025, según lo previsto. En el caso concreto de Pal-V (Personal Air and Land Vehicle), “fue la “frustración” lo que los llevó a la idea de Liberty”. “En un avión empiezas en un punto en el que no quieres comenzar y terminas en un lugar donde no quieres estar», dijo el jefe de la compañía, Robert Dingemanse, a la AFP. «El Pal-V es el producto perfecto para la movilidad de ciudad a ciudad», aseguró, señalando que «fuera de las ciudades se vuela, dentro de la ciudad se conduce».
El vehículo tiene capacidad para dos personas, tiene palas retráctiles como las de un helicóptero, y está propulsado por un motor a gasolina. Puede volar 500 kilómetros, o conducir más o menos cuatro veces esa distancia sin reposar, alcanzando una velocidad máxima de 160 kilómetros por hora.
Liberty no será un vehículo para todo el mundo, y es que habrá que poseer cierto nivel adquisitivo, aunque solo sea para el entrenamiento o práctica que requiere, pues habrá que abonar por adelantado entre 10.000 y 20.000 euros, además del coste anticipado, que va desde los 300.000 a los 500.000 euros para comprar la máquina.
En definitiva, se trata casi del mismo precio de un pequeño helicóptero, según el empresario, recalcando que Liberty es «más fácil de manejar, los costes de mantenimiento son mucho más bajos, y es mucho más útil que un avión o helicóptero normal». A pesar del precio, y tal y como ocurre con Tesla, los compradores ya están haciendo fila: por ahora, el tiempo de espera para la entrega de la máquina en cuestión es de alrededor dos años.
Aunque el Liberty está dentro de la categoría de vehículo volador, el Pop Up Next está basado en un diseño completamente diferente. La cápsula del pasajero parece una telecabina futurista, con un cuadricóptero gigante conectado al techo. La base motorizada y la parte superior pueden separarse y moverse de forma autónoma.
Un medio compartido de transporte
El Pop UP Next, es eléctrico y fue pensado para el transporte masivo en un entorno urbano. «Este vehículo no fue concebido para ser vendido a particulares, sino como un medio compartido de transporte», según Mark Cousin, jefe de proyecto de Airbus, que desarrolló la porción voladora de Pop Up Next. La cápsula donde viajan los pasajeros fue diseñada por la unidad Italdesign de Volkswagen, y la parte motorizada estuvo a cargo de Audi.
«No sé si lo usaría todos los días», ha asegurado Cousin, señalando que el vehículo sería práctico, por ejemplo, para «ir al aeropuerto a un precio apenas más caro que un taxi», sin necesidad de preocuparse por los atascos. Sin riesgos de pérdida de avión, en definitiva.
Airbus quiere empezar sus primeros ensayos de cara a 2022, y busca darle otros usos como, por ejemplo, transferir pacientes entre hospitales. «La convergencia actual de ciertas tecnologías, especialmente en las baterías y los motores eléctricos, hace posible desarrollar este tipo de vehículo, algo que era imposible hace cinco o diez años», según Cousin, completamente convencido de que el futuro del transporte pasa, cómo no, por mirar al cielo.
